De esta casta venimos

Los orígenes de nuestra Orden del Carmen se remonta a finales del siglo XII, cuando un grupo de cruzados y peregrinos que iban a Tierra Santa se afincan en el Monte Carmelo para dedicarse a la oración y la meditación de la Palabra de Dios.

Los primeros carmelitas vivían como hijos del profeta Elías y «hermanos de la Bienaventurada Virgen». San Bertoldo los organizó como cenobitas y por iniciativa de San Brocardo se hizo constar por escrito en nuestra santa Regla el espíritu que habían recibido de sus predecesores. La regla fue dada por San Alberto, patriarca de Jerusalén en los primeros años del siglo XIII y confirmada por el Papa Inocencio IV en 1247.

El profeta Elías, fundador de la vida religiosa

El lugar escogido por los ermitaños es la Fuente de Elías, que vino a tener durante toda la historia de la Orden del Carmen una marcada huella y una profunda influencia. Entre los ermitaños del Monte Carmelo se añadía el testimonio de los escritos patrísticos y de la literatura eremítica, que lo designaba como modelo y fundador de la vida solitaria.

Así, se puede decir que el profeta Elías es el fundador del Carmelo en un sentido espiritual, en cuanto él fue el inspirador de la vida espiritual de los primeros ermitaños.

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Ermitaños en la Fuente de Elías. P. Lorenzetti, 1328, Pinacoteca de Siena.

Las primeras palabras, que en la Escritura hablan de nuestro santo Padre Elías, nos ofrecen con toda brevedad lo esencial. Él dice allí al idólatra rey Ajab: «Vive Yahveh, Dios de Israel, frente a cuyo rostro me encuentro». Estar frente al rostro del Dios vivo, ésta es nuestra vocación.

Elías está frente al rostro de Dios, porque al Señor pertenece todo su amor. Elías vive desprendido de toda relación humano-natural. Sus familiares son aquellos que, como él, cumplen la voluntad del Padre. La gloria de Dios es su alegría; el celo por su servicio le consume: «Ardo en celo por Yahveh, el Dios de los ejércitos» ( I Reyes 19,10;14). Zelo zelatus sum pro Domino, Deo exercituum. Estas palabras fueron asumidas como lema en el escudo de la Orden:

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